domingo, 14 de marzo de 2010

Ayer: Una serie de catastróficas desdichas en el teatro

Hasta ayer lo más absurdo que me había pasado en el teatro era que dos chicas se pusieran a comer un bocadillo mientras veían el ballet (con el consecuente ruido para sacarlo de la bolsa y quitarle el papel).

Eso era hasta ayer, porque se ha visto superado ampliamente. Ayer fuimos al Teatro Amaya y toooodo ha sido una serie de catastróficas desdichas.

Veo una oferta en atrapalo en, ojo al dato, ENERO. Reservamos entradas para el 6 de febrero. Todo planeado y bien, hasta que recibo un mail de cancelación porque el actor principal (y sólo hay dos) ha tenido un accidente.

Cuando creo que ya no se va a representar, la obra vuelve a estar en cartel en marzo así que reservo las entradas en febrero para ayer 13 de marzo. Ocho entradas que, como se quedan cortas, amplío a una más en otra zona.

Llega el día y una piensa que va a salir encantada después de una buena tarde de teatro con los amigos. De repente sobra una entrada y la anulamos, no pasa nada.

Entramos en el teatro, estamos en entresuelo. El acomodador está ocupado con un gran grupo de personas mayores y ni nos acomoda ni nos da programa, pero no pasa nada. Encontramos nuestras butacas y ooooohhhh el espacio entre filas es mínimo, a penas caben las piernas. Bueno, no pasa casi nada... la obra va a ser buena.

Aviso de apagar los móviles, apago el mío y comienza la función. Oh oh... parece que se oye muy bajito a los actores, no pasa nada... a ver un poco de silencio. ¿He dicho silencio? Unos viejecitos a otros: "¡No se oye!" y los de alrededor "shhhhhhh". Alguien tose y coge un caramelo.... risrisrisrisris (¿Cuánto tiempo se tarda en abrir un caramelo? Esa vez más de un minuto). Y ahí ya soy consciente: en el entresuelo se amplifican los sonidos que se producen en las butacas y se difumina el sonido del escenario. Aquí ya pasa algo...

De repente un móvil ¿un móvil? ¿No habíamos dicho que lo apagaran? Pero hay gente que no le entra en la cabeza... Y comienza el calor, mucho calor... una señora en la última fila y lateral tiene una buena idea: sacar el abanico. Os preguntaréis cómo me di cuenta, pues porque clin, clin, clin ¡lleva pulseras! Me parece muy bien que se abanique pero que se quite las pulseras. Sus vecinos amablemente la avisan. La señora para, sólo un momento.

Otro móvil, un bostezo ¿Bostezo? Juraría que la obra está bien cuando puedo oirla porque...

A mitad de obra estoy con las rodillas en la butaca de delante, muerta de calor, atenta a lo que ocurre en escena cuando tiruriru,tiruriru,tiruriruriiiii ¡El tercer movil! y ¡un ronquido! acto seguido clinclinclinclin... ¡¡¡¡las pulseras!!!! y ya no para. Los de alrededor dicen en voz alta: "señora pare..." ni por esas, ya no hace caso. Con cada clinclinclin ya la gente no se queja, se ríe, está completamente fuera de la obra, por que se la ha comido la señora de las pulseras.

Termina la obra (algunos ni se enteran del final), se encienden las luces y se aplaude a los actores. Los actores se van y se oye un grito muy cerca de mí, de hecho es Gema: "¡A la terrorista del teatro: nos ha dado la obra, lo ha conseguido! ¡Merece un aplauso!" y todos aplaudimos a la terrorista del teatro que lleva abanico, pulseras y un jersey rojo.

Lamentablemente esto no es una exageración, ni si queriera está basado en hechos reales, SON hechos reales. Lo pueden verificar Ana, Jesús, Isabel, Charo, Gema, María y Óscar (Isabel, afortunadamente, estaba en platea gracias a que no tuvimos entrada a tiempo).

PD: No tengo nada en contra de que las personas mayores vayan al teatro, faltaría más, pero me gustaría que supieran comportarse y respetar al resto de los espectadores.
PD2: Creo que tendré que volver a ver la obra, esta vez en platea, y con espectadores más respetuosos.

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